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A Carina estudiar Administración Pública le facilitó el acceso a los derechos

Tunja, 22 de marzo de 2023. (Comunicaciones ESAP – Territorial Boyacá – Casanare). “Las personas que administran las entidades públicas tienen mucho conocimiento, pero les falta humanidad en su actuar como funcionarios”, afirma Carina Castellanos, quien reconoce que aunque en la esfera de lo público estamos todos, el acceso a los derechos que nos otorga el Estado a través de la Constitución y las leyes es, lamentablemente, un privilegio en muchos casos.

Carina es estudiante de último semestre de Administración Pública en Otanche, Boyacá, zona de explotación esmeraldífera, donde las históricas guerras, patronazgos y acuerdos de paz han dejado muchos retos para la construcción de una sociedad pacífica y próspera.

Junto con 17 personas más de su municipio, Carina está próxima a graduarse; al igual que todos sus compañeros, agradece la oportunidad de acceder a la educación superior en su territorio, oportunidad con la que están llamados a liderar el desarrollo en sus comunidades y llevarlas por el camino de la paz total en medio de un contraste paradójico: un territorio con una impresionante producción de riqueza y a la vez explotado y empobrecido históricamente.

El acceso a los derechos y oportunidades tiene relación directa con el conocimiento del funcionamiento de las instituciones y las herramientas del Estado, Carina lo sabe y ha tenido que luchar con valentía para aprenderlo.

A los 16 años se convirtió en madre de Sebastián, su niño –como ella lo llama-. Se le iluminan los ojos con la ternura de una madre al hablar de su hijo, y de forma reflexiva revive el relato de los angustiosos días que vivió cuando por falta de acceso a un servicio de salud eficiente Sebastián desarrolló una parálisis cerebral espástica.

Recuerda que el diagnóstico de Sebastian fue una discapacidad física del 95.7 %, por lo que, debía ser asistido de forma permanente. En esta situación era necesario contar con un plan médico para los tratamientos, una silla de ruedas, el dinero, el tiempo y la fuerza para ayudar a su niño a comer, bañarse, vestirse y desarrollar toda acción que requiera de esfuerzo motriz; serían muchos los amaneceres que le esperaban detrás de las empañadas ventanas de los buses para estar a tiempo en la capital con Sebastián en cada examen y cita.

La diferencia entre inclusión y acceso se comprende cuando su voz quebrada retrata la frustración de recorrer de vuelta el camino con lo del bus y sin lo del copago. Sebastián siempre estuvo incluido en el sistema de salud, pero el acceso a sus derechos estaba condicionado por las barreras geográficas, económicas e incluso intelectuales; y uno entiende la necesidad social de un ejercicio profundo y coherente de los valores de la democracia en el relato de esta madre y su hijo.

Las primeras veces le negaron la silla, los exámenes, el tratamiento y el derecho de su hijo a una vida digna.“La ignorancia se convierte en una barrera para uno”, dice y baja la mirada, para Carina era pan de cada día pedirle a los abogados una interpretación de las elaboradas respuestas, con citas de artículos y leyes; desencriptar la prediseñada respuesta a sus derechos de petición y tutelas no era cosa fácil.  Ojalá todos los servidores públicos tuvieran verdadera vocación de servicio, ojalá todo el esfuerzo se concentrara en el tratamiento y no en la burocrática y cuidadosa elaboración del documento. Pronto entendió que sobreponerse no sería fácil.

Los años pulieron su habilidad para gestionar las soluciones necesarias y aferrarse a la esperanza alargó las expectativas de vida diagnosticadas para su hijo, que de tres años pasó cinco, a ocho a trece… Así, Carina vio a su hijo crecer y luchar con ella, convertirse en hombre y afrontar los días con una resiliencia digna de admiración.

Como una suerte de improviso su vida cambió cuando la oportunidad de acceder a educación superior se le presentó. La Escuela Superior de Administración Pública lanzó la oferta académica en su municipio y se unió a la primera cohorte de estudiantes de Administración Pública en Otanche, municipio donde se ofrece el programa desde hace 5 años. Aclara que desde antes ya soñaba con estudiar para ver un mejor futuro, pero el tiempo y el dinero no le alcanzaban para irse a una ciudad.

Hoy, a unas semanas de su graduación, le enorgullece poder interpretar las elaboradas respuestas sola, conocer de forma clara las maneras de ejercer y reclamar los derechos de su hijo, y le hace ilusión ayudar a quienes se enfrentan por primera vez a los retos que ella conoció a sus 16 años. Habla con naturalidad sobre políticas públicas en el sector salud, conoce las herramientas para garantizar accesibilidad al ejercicio íntegro de los derechos y sabe del funcionamiento técnico de las instituciones públicas; se ha convertido en profesional y se ha sobrepuesto a las dificultades que se le han presentado en el camino.

Karina Yanuaria Castellanos sabe que el lugar de la Escuela Superior de Administración Pública es y debe ser en los territorios, donde se pueda garantizar el acceso a la educación, se pueda investigar desde la vereda, ejercer el conocimiento en la junta; también sabe que las barreras económicas, políticas, geográficas y sociales se borran cuando la universidad es la que va a los estudiantes y no al contrario.

Hoy, a 21 años del nacimiento de su hijo, Carina siente satisfacción por haber logrado lo que un día se propuso: hacer que su hijo tenga una mejor calidad de vida y ayudar a otras personas a acceder a sus derechos para vivir con la dignidad propia de nuestra condición humana. Sueña con un día ocupar un cargo público y ayudar a los hombres y mujeres que resisten a diario en silencio y frente a la mirada de un mundo con la empatía desgastada. Su historia, como la de muchas personas de los territorios más alejados, sirve de ejemplo para comprender la experiencia humana en contraste con los valores de la democracia, que no siempre se reflejan en el aparato administrativo de las entidades estatales. Por eso, en la ESAP la formación de profesionales capaces de apoyar el cumplimiento de los fines del estado es un compromiso que se asume desde la reverencia por la dignidad humana.